SEMILLAS DE ESPIRITUALIDAD JOSEFINA
Publicación mensual del Centro Internacional Josefino-Marelliano. Abril de 2023
1. Acogida
2. Oración inicial
3. Tema del Mes:
José, la mano tendida del Padre Celestial hacia su Hijo en la tierra
“Se podría decir que San José era la mano tendida del Padre celestial hacia su Hijo en la tierra. Por eso, no puede más que ser un modelo para todas las vocaciones, que están llamadas a ser las manos diligentes del Padre para sus hijos e hijas. San José fue la mano extendida del Padre Celestial a su Hijo en la tierra. Por tanto, no puede dejar de ser modelo para todas las vocaciones, que están llamadas precisamente a esto: a ser manos trabajadoras del Padre en favor de sus hijos e hijas”.
(Mensaje del Papa Francisco para la 58 Jornada Mundial
de Oración por las Vocaciones. 25 de abril de 2021)
Continuamos el estudio de las preciosas orientaciones del Papa Francisco para ayudarnos a responder una pregunta importante: Dios nos llama a “construir una gran familia humana unida en el amor”. Pero, ¿cómo hacer esto en la práctica?
6) San José, la mano extendida del Padre Celestial a sus hijos
También en el Mensaje para la 58ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, el Papa Francisco nos enseña que San José supo encarnar el sentido oblativo de la vida. Escuchemos al Papa Francisco:
“La segunda palabra que marca el itinerario de san José y de su vocación es servicio. Se desprende de los Evangelios que vivió enteramente para los demás y nunca para sí mismo. El santo Pueblo de Dios lo llama esposo castísimo, revelando así su capacidad de amar sin retener nada para sí. Liberando el amor de su afán de posesión, se abrió a un servicio aún más fecundo, su cuidado amoroso se ha extendido a lo largo de las generaciones y su protección solícita lo ha convertido en patrono de la Iglesia.
“También es patrono de la buena muerte, él que supo encarnar el sentido oblativo de la vida. Sin embargo, su servicio y sus sacrificios sólo fueron posibles porque estaban sostenidos por un amor más grande: «Toda vocación verdadera nace del don de sí mismo, que es la maduración del simple sacrificio. También en el sacerdocio y la vida consagrada se requiere este tipo de madurez. Cuando una vocación, ya sea en la vida matrimonial, célibe o virginal, no alcanza la madurez de la entrega de sí misma deteniéndose sólo en la lógica del sacrificio, entonces en lugar de convertirse en signo de la belleza y la alegría del amor corre el riesgo de expresar infelicidad, tristeza y frustración» (Carta ap. Patris corde, 7)”.
(Mensaje del Papa Francisco para la 58 Jornada Mundial
de Oración por las Vocaciones. 25 de abril de 2021)
“Para san José el servicio, expresión concreta del don de sí mismo, no fue sólo un ideal elevado, sino que se convirtió en regla de vida cotidiana. Él se esforzó por encontrar y adaptar un lugar para que naciera Jesús, hizo lo posible por defenderlo de la furia de Herodes organizando un viaje repentino a Egipto, se apresuró a regresar a Jerusalén para buscar a Jesús cuando se había perdido y mantuvo a su familia con el fruto de su trabaja, incluso en tierra extranjera. En definitiva, se adaptó a las diversas circunstancias con la actitud de quien no se desanima si la vida no va como él quiere, con la disponibilidad de quien vive para servir. Con este espíritu, José emprendió los numerosos y a menudo inesperados viajes de su vida: de Nazaret a Belén para el censo, después a Egipto y de nuevo a Nazaret, y cada año a Jerusalén, con buena disposición para enfrentarse en cada ocasión a situaciones nuevas, sin quejarse de lo que ocurría, dispuesto a echar una mano para arreglar las cosas. Se podría decir que era la mano tendida del Padre celestial hacia su Hijo en la tierra. Por eso, no puede más que ser un modelo para todas las vocaciones, que están llamadas a ser las manos diligentes del Padre para sus hijos e hijas.”
(Mensaje del Papa Francisco para la 58 Jornada Mundial
de Oración por las Vocaciones. 25 de abril de 2021)
Oremos a San José para que nos ayude a comprender que, como él y contando con su protección paternal en nuestras vidas:
Podemos y debemos vivir como él vivió, dedicándonos más a los demás que a nosotros mismos, porque “hay más alegría en dar que en recibir” (Hch 20,35).
Podemos y debemos descubrir que en el servicio y el desinterés, viviendo un amor libre y liberador, sin afán de posesión, se descubre el valor del sentido oblativo de la vida.
Podemos y debemos descubrir que el cuidado amoroso de San José por María y Jesús no terminó con su santa muerte. Su cuidado amoroso atravesó generaciones y continúa en su misión como Patrono de la Iglesia y, en particular, protector de todas las vocaciones.
Podemos y debemos descubrir que “toda vocación verdadera nace del don de sí mismo, que es la maduración del simple sacrificio. También en el sacerdocio y la vida consagrada se requiere este tipo de madurez”. Oremos para que quienes han sido llamados a servir al Señor, en el sacerdocio y en la vida consagrada, descubran en San José a un Padre amoroso que, así como amó a Jesús con corazón de padre, así también él los ama con amor con igual solicitud.
Podemos y debemos descubrir que “cuando una vocación, ya sea en la vida matrimonial, célibe o virginal, no alcanza la madurez de la entrega de sí misma deteniéndose sólo en la lógica del sacrificio, entonces en lugar de convertirse en signo de la belleza y la alegría del amor corre el riesgo de expresar infelicidad, tristeza y frustración”.
Podemos y debemos descubrir que “para san José el servicio, expresión concreta del don de sí mismo, no fue sólo un ideal elevado, sino que se convirtió en regla de vida cotidiana”. Oremos por todos aquellos que viven la vocación matrimonial, célibe o virginal, que descubran la alegría de hacer de su vida un servicio a los intereses de Jesús.
Podemos y debemos descubrir que san José “no puede más que ser un modelo para todas las vocaciones, que están llamadas a ser las manos diligentes del Padre para sus hijos e hijas”.
En ese momento, José era la mano extendida del Padre Celestial a su Hijo en la tierra. Como nos enseñó el Papa San Juan Pablo II, “El crecimiento de Jesús «en sabiduría, edad y gracia» (Lc 2, 52) se desarrolla en el ámbito de la Sagrada Familia, a la vista de José, que tenía la alta misión de «criarle», esto es, alimentar, vestir e instruir a Jesús en la Ley y en un oficio, como corresponde a los deberes propios del padre”.
(San Juan Pablo II. Exhortación Apostólica Redemptoris Custos, 16)
Hoy, José es la mano extendida del Padre Celestial para sus hijos en la tierra. Quienes viven la vocación matrimonial, célibe o virginal están todos bajo la paternal protección de San José, aunque todavía no lo sepan. Como nos enseñó San José Marello: Alegrémonos de ser protegidos por San José, que es tan poderoso con Jesús que no sabe negarle nada. Jesús, en esta tierra, sólo dio todo continuamente sin recibir nada de nadie; sólo de María y José recibió tantos beneficios. Ahora le gusta retribuir en el cielo los servicios recibidos en la tierra, y por eso le concede a San José todo lo que le pide. Y San José, que no necesita nada más para sí mismo, pide y recibe por nosotros, que somos sus afectuosos y devotos clientes”.
(San José Marello)
4. Reflexión e Intercambio
Comparta las enseñanzas del Papa Francisco contenidas en esta “Semillas de Espiritualidad Josefina”.
5. Compromiso del Mes
Participar activamente en las iniciativas del Mes de San José que estamos celebrando.
6. Oración final.
